
“La bella flor que en el suelo plantada se vio marchita ya torna, ya resucita, ya su olor inunda el cielo”. Son unos versos de Juan de Salinas, s. XVI, que reflejan el sentido de la Pascua. Cristo es la flor más bella de la creación. La hemos visto marchitarse en la pasión, pero vuelve a la vida para anunciar la esperanza cargada de fruto. Cristo Jesús está vivo, presente, resucitado. La muerte no tiene dominio sobre él.
El evangelio de la Vigilia Pascual nos dice que la madrugada del domingo, después del obligado descanso sabatino, las mujeres van al sepulcro a completar el trabajo que no pudieron hacer el viernes en la tarde. Son las mujeres que lo siguieron desde Galilea, la verdadera imagen del discípulo: seguimiento y servicio. Van presurosas porque hay que llegar bien temprano. No encuentran el cuerpo, y seres de luz les recuerdan las palabras de Jesús, que iba a morir y a resucitar.
Hay un mensaje claro: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? Es una llamada de atención para todos. Muchos siguen buscando a Jesús entre los muertos. Para muchos –es una pena–, Jesús sigue estando entre los muertos y no entre los vivos; es alguien que fue y que ya no es. También hay muchos cristianos que viven como si Jesús siguiera muerto.
La resurrección nos abre el horizonte de la vida, una vida llena de esperanza. Ya no hay que ir a la tumba vacía a buscar a Jesús. Allí no está. Ni siquiera la piedra pudo retenerlo, ni la oscuridad de la noche, ni los guardias, ni las mentiras. Ahora hay que anunciar al mundo, como lo hicieron las mujeres discípulas, que Cristo vive y su lugar no está entre los muertos, sino entre los vivos. Hoy nos toca a todos recoger el testigo de las mujeres y vivir resucitados, mensajeros de la vida y del amor de Dios. El mensaje sigue siendo el mismo, como dice el libro del Apocalipsis: “Ya ves, estuve muerto, pero vivo por los siglos”. Siguen los versos de Juan de Salinas: “que nadie se sienta muerto cuando resucita Dios, que, si el barco llega a puerto, llegamos junto con vos”.
Feliz Pascua de Resurrección. Que vuelva a cantarse el Aleluya y a vivir resucitados junto a Dios y los demás. Cristo vive. Amén.
Fr. Jacinto Anaya, oar