Mendigos junto al camino – Domingo XXX del Tiempo Ordinario

El evangelio de san Marcos nos ofrece hoy el último milagro de Jesús. Seguimos en el camino del discípulo, hoy desde Jericó a Jerusalén. A la vera del camino, un mendigo, Bartimeo, pide limosna. Es un camino muy transitado y Jesús pasa con sus discípulos. Bartimeo es ciego, pero su oído es fino y sabe que está pasando más gente que de costumbre. Pregunta y le dicen: es Jesús el Nazareno. No pierde la ocasión y comienza a gritar: “Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí”. La gente le dice que se calle, que no grite, que no moleste, que siga ahí, sentado, esperando la limosna. Insiste con su suplica, y Jesús lo manda llamar. Da un salto, suelta el manto y se acerca a Jesús. Tiene lugar el encuentro.

¿Qué quieres que haga por ti? Bartimeo no pide dinero, no pide honores, no pide sentarse a su izquierda o a su derecha. Pide ver, quiere luz, y se la pide al que es la luz del mundo. El ciego recobra la vista por su fe. Es la fe la que obra el milagro. “Tu fe te ha salvado”. Comenzó a ver y lo seguía por el camino. Bartimeo se convierte así en modelo del discípulo.

En el relato de san Marcos podemos descubrir cómo los discípulos no entienden y, aunque siguen a Jesús por el camino, están ciegos, no creen. Rechazan al Mesías que tiene que sufrir y morir. Después de tres años no han entendido esto. En cambio, el mendigo Bartimeo, cree y lo sigue por el camino hasta Jerusalén. Es un modelo para nosotros que muchas veces estamos ciegos, al borde del camino. Jesús quiere curar nuestras cegueras causadas por el resplandor del mundo que ciega, que no nos deja ver. Hay que estar atentos al paso de Jesús, gritar, es decir, orar, suplicar. Dejar el manto, lo que tienes, lo que te ha hecho ser un mendigo limosnero, da el salto de la fe, acércate a Jesús.

Hoy nos dice a todos: ¿Qué quieres que haga por ti? Santiago y Juan pedían honores y primeros puestos. Tú, ¿qué le pides a Jesús? Pide luz, pide humildad, pide que aumente tu fe. Da el salto, libérate de todo lo que te impide ser discípulo creyente y sigue a Jesús por el camino. Una vez que conoces a Jesús, tu misión será llamarlos para que se encuentren con el Maestro. Hoy, Señor, te pido ver, creer en ti. Feliz domingo.

Fr. Jacinto Anaya, oar

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