Compasivos y misericordiosos

El domingo pasado entramos en la dinámica de las bienaventuranzas, en una nueva manera de vivir con el estilo del reinado de Dios. Jesús dejaba atrás la idea del Antiguo Testamento, por ejemplo, sobre las riquezas. La riqueza se consideraba bendición de Dios, recompensa de Dios. Jesús nos decía el domingo que eran los pobres los bienaventurados, los que lloraban, los hambrientos, los perseguidos. Todo esto sólo se podía entender desde la presencia del reino de Dios y la confianza puesta no en los valores del mundo, sino en el Señor.

Este domingo, Jesús sigue hablando de las exigencias o estilo de vivir nuevo. La principal enseñanza: amar incluso a los enemigos, a los que te odian, a los que te ponen trampas en el camino, a los que hablan mal de ti. Se pasa de odiar al enemigo a amarlo. ¿Por qué Jesús pide amar a los enemigos? Si echamos una mirada a nuestro mundo vemos que hay demasiada violencia, demasiada injusticia, odios y guerras. Esta situación mundial sólo se puede superar con el amor y la bondad. No hay otro camino. Pero el amor y la bondad vienen de Dios , y en Dios encontramos su misericordia y su perdón. Sólo el amor y el perdón pueden romper la cadena de la violencia y de la injusticia.

La revolución cristiana consiste precisamente en el amor sin condición a los demás, incluso a los enemigos. No nos dice Jesús que nos rindamos al mal, poner la otra mejilla como interpretan algunos. No. Es responder al mal con el bien. No se trata de hacer el bien a los que nos hacen el bien. Así se portan los paganos, los no creyentes. El cristiano tiene que parecerse a Dios que ama a todos, incluso a los que reniegan de él. Lo mejor sería no tener enemigos, pero seguro que los hay. No depende de nosotros, pero sí depende de nosotros que no devolvamos mal por mal, sino bien por mal. Así será la única manera de ir cambiando el mundo. El amor de Dios es nuestra fuerza, sin hacer mucho ruido. Dichosos los que creen en el amor de Dios y lo difunden incluso a costa de su vida. Jesús murió perdonando a sus enemigos. Ejemplo nos dio para que hagamos lo mismo. Feliz y bendecido domingo.

Fr. Jacinto Anaya, oar

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