Tiempo de esperanza – Domingo I de Adviento

Comenzamos un nuevo año litúrgico, un camino de fe, como lo define la iglesia. Recorre toda la historia de salvación. El centro del año litúrgico es la Pascua y todo gira en torno a ella: el Adviento, la Navidad, Epifanía, Cuaresma, Pascua, Pentecostés. Esta historia no es solo memoria, o recuerdo, sino que es una realidad viva y presente. El adviento, que comenzamos este domingo, nos invita a estar despiertos y a descubrir la presencia de Dios que viene.

Dios viene, no en pasado, sino en presente. No es un Dios lejano, que vive en el cielo, desinteresándose de nosotros; no, es el Dios que viene. Despierta y recuerda: Dios viene, se hace presente en nuestra historia. El tiempo del Adviento se desarrolla entre dos venidas: la encarnación, primera venida, y la segunda venida al final de los tiempos. Los primeros días se centran en la última venida de Cristo. Al acercarse la Navidad nos preparamos para su nacimiento, para su primera venida. Es un tiempo de esperanza, es un tiempo de espera. En esperanza hemos sido salvados. Dios es presencia entre nosotros. Descubrir sus presencias es una buena tarea en este adviento. Es su presencia la que alienta nuestra esperanza, traducida en espera.

La palabra Adviento, de Adventus, se aplicaba a la llegada de un funcionario, la visita del rey o del emperador. Significaba un acontecimiento importante. Los cristianos tomaron la palabra para referirla a Cristo, el Rey, que ha llegado a nuestra tierra. Este es el gran Adviento para nosotros. Pero hay que prepararse para la venida. Si Dios viene, como es verdad, hay que salir a su encuentro. Jesús nos pone sobre aviso en el evangelio: cuidado se os embote la mente, es decir, os volváis necios e ignorantes y preocupados nada más que de pasarlo bien en fiestas y desenfrenos. Hay muchos que ya no esperan nada, porque creen tenerlo todo, pero están vacíos por dentro. El mundo necesita volver a esperar, volver a creer, volver a poner a Cristo en la vida. Sólo Cristo Jesús es nuestra esperanza. Esperarlo significa ponernos manos a la obra y proclamar el evangelio a todas las naciones. Nuestro Dios es el Dios que viene. Salgamos a su encuentro.

Que este Adviento sea tiempo de gracia, de espera, de alegría y compromiso con Dios y los hombres. Estar despiertos exige vigilancia y oración. Feliz y provechoso Adviento.

Fr. Jacinto Anaya, oar

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